Texto: Alberto Álvarez Méndez
Business Development Manager
Arram Consultores
Hacerlo bien, buscando generar un impacto social y medioambiental positivo, no significa retrasar la transición a las renovables
Con lo presente que lo tenemos a día de hoy, casi parece mentira que las primeras conversaciones sobre la amenaza que representaba el cambio climático se remonten a finales de los años 70. Fue entonces, en la Conferencia Mundial sobre el Clima de Naciones Unidas, donde, por primera vez, se buscó establecer estrategias globales para estabilizar la concentración de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera. Vinieron después el Convenio Marco sobre Cambio Climático (1992) y el Protocolo de Kioto (1997), con sus altos y sus bajos. Más de 40 años después, y con el Acuerdo de París de fondo, sin embargo, parece que por fin existe unanimidad acerca de la importancia de avanzar juntos hacia la neutralidad climática y, lo que es más importante, voluntad para impulsarla. Mirar hacia otro lado ya no es una opción. Pero ¿qué puede aportar el sector energético en este ámbito?
Hace ya tiempo que las energías renovables pasaron a ocupar un lugar significativo entre las herramientas identificadas para afrontar la crisis climática. En la última década, de hecho, su implantación ha experimentado un crecimiento exponencial, animada, también, por el aumento de los precios del petróleo.
El impulso de las renovables en España
En el contexto actual, marcado por una crisis energética mundial que empuja a reducir urgentemente la dependencia de los combustibles fósiles y en base al denominado “paquete de invierno” (“Energía limpia para todos los europeos”, COM (2016) 860 final), que la Comisión Europea presentó en 2016, España aprueba en marzo de 2021 el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC), en el que se establece como principales objetivos; la descarbonización, el impulso de las energías renovables; la eficiencia energética; la seguridad energética; el mercado interior de la energía; y la promoción de la investigación, la innovación y la competitividad.
En cifras, para 2030, el Plan busca:
un 23% de reducción de emisiones de GEI respecto a 1990.
un 42% de renovables en el uso final de la energía, el doble que en 2020.
un 39,5% de mejora de eficiencia energética; y
un 74% de presencia de energías renovables en el sector eléctrico, en coherencia con una trayectoria hacia un sector eléctrico 100% renovable en 2050.
La buena noticia es que el Plan afronta actualmente su primera revisión al alza, pues ya se superan las expectativas marcadas: el parque de generación con fuentes de energía renovables en España a finales de 2022 ascendió a 70.452 MW, registrando el valor máximo histórico, y con él se ha producido el 42,2 % de la generación total según datos de Red Eléctrica Española (REE).
FUENTE: Red Eléctrica Española – Informe del sistema eléctrico – Resumen energías renovables
El desafío territorial
El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) tiene como objetivo estratégico que el 100 % de la energía producida en España en 2050 provenga de fuentes renovables para lo que espera alcanzar el 74 % de energía eléctrica renovable en 2030 frente al 42,2 % obtenido en 2022.
Ahora bien, esa transición energética presenta importantes retos territoriales. Según la Agencia Internacional de la Energía, las ciudades consumen un 67 % de la energía y suponen un 70 % de las emisiones de dióxido de carbono, aun cuando únicamente suponen un 3 % del territorio mundial, lo que resulta en una gran desigual en la implementación de las instalaciones renovables en los territorios. España, en particular, se caracteriza por ser de los países de la Unión Europea con la mayor desigualdad en lo que a la distribución de su población se refiere. Nos encontramos con territorios pequeños y rurales poco poblados y que padecen profundos procesos de despoblamiento. El 84 % de los municipios españoles tiene menos de 5.000 habitantes según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
FUENTE: Red Eléctrica Española – Informe del sistema eléctrico – Resumen energías renovables
Como resultado, son los municipios rurales los que albergan aproximadamente el 81 % y el 85,5 % de las plantas de producción solar y eólica.Sin embargo, las inversiones renovables ubicadas en zonas rurales no llegan a traducirse en un significativo impacto social positivo para las mismas, ya que el despliegue de renovables por sí sola no puede corregir las tendencias de despoblación que sufren algunas zonas de España desde hace décadas. Esto es: aun dejando un retorno local en forma de impuestos para las administraciones locales e ingresos por el alquiler de terrenos para los propietarios de las tierras, su reducida intensidad en empleo sigue siendo su principal punto débil.
Maximizar los beneficios para todos
Este desequilibrio generado, debe ser afrontado por los implicados desde un intenso diálogo, predisposición y por supuesto desde el Cariño, entendido desde sus definiciones de “Inclinación de amor o buen afecto que se siente hacia alguien o algo” y/o “Esmero o afición con que se hace una labor o se trata una cosa” según Real Academia Española (RAE).
Cariño para minimizar su impacto negativo y maximizar sus beneficios, priorizando un modelo energético no especulativo que desligue la producción de energía de las dinámicas de máxima rentabilidad, que incentive la economía local, generación de empleo directo e indirecto permanente, la disminución del consumo y la eficiencia de la producción, y por supuesto, buscando el menor impacto en la biodiversidad.
Desde ARRAM Consultores, asesoramos a nuestros clientes para lograr esta cohesión con el territorio, fomentando la comunicación transparente y fluida con entidades públicas y privadas, aportando estratégicas socioeconómicas, garantizando la conservación de la biodiversidad con medidas compensatorias adaptadas al territorio de implantación y animando la participación ciudadana a fin de hacer frente a las verdaderas necesidades locales.
Identificar los problemas que se pueden generar es imprescindible, así como la implantación de medidas en plena coordinación con estas comunidades locales y bajo una lógica de creación de valor compartido.
Un gran ejemplo de ello, lo encontramos en la certificación del Sello de Excelencia en Sostenibilidad desarrollado desde la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), cuyo objetivo es validar y consolidar su compromiso con las comunidades en la que se instalan, evaluando las medidas propuestas por los promotores, englobadas en 4 ejes principales:
El Impacto socioeconómico, que busca la creación de valor compartido con la comunidad local en la que se ubicará el proyecto.
Los criterios de gobernanza, implicando a la comunidad local en el desarrollo del proyecto y garantizando que atienda a las necesidades específicas del territorio.
La Integración ambiental y protección de la biodiversidad, incorporando medidas de integración de la biodiversidad y renaturalización.
La Economía Circular, asegurando la gestión de residuos al final de su vida útil.
FUENTE: Unión Española Fotovoltaica
Tenemos la oportunidad de cambiar el presente produciendo energía de forma respetuosa con el entorno, para mejorar nuestro futuro y aportando, así, múltiples beneficios sociales, económicos y medioambientales. Por eso, debemos abogar por una gestión no precipitada y ordenada, necesaria para armonizar el desarrollo energético, vigorizando el compromiso para minimizar el impacto de la transición energética sobre algunos de nuestros valores más singulares, sensibles y amenazados de las áreas rurales.
Aunemos esfuerzos y busquemos el camino del cariño. Haciendo referencia al refrán popular, “Dos no se pelean si uno no quiere”.