¿Cuál ha sido la última gran cita a nivel mundial sobre el cambio climático y qué acuerdos se adoptaron?
La COP26, celebrada en Reino Unido en Noviembre de 2021, y la conclusión fue el reconocimiento de la emergencia climática. Ya no vale tan solo con mantener vivo el compromiso que se realizó para limitar el calentamiento global a 1,5 grados para final de siglo. El tiempo corre en contra de la humanidad. Hay que pasar de las palabras a los hechos.
Hemos pasado de 280 ppm de CO2 a mitad del siglo XVII a los 420 ppm en actuales. Esto pone en relieve la importancia del biogás, la tecnología de energía renovable con mayor potencial de captura de CO2.
La creación de una industria alrededor del biogás tiene un gran impacto en la producción de fertilizantes orgánicos, y en la creación de un sistema donde se promueva la captura de carbono en forma de materia orgánica y asignar la mayor cantidad posible de carbono adicional a los suelos, mejorando así su fertilidad y haciendo que las tierras agrícolas sean más resistentes a los efectos actuales del cambio climático, que los agricultores de todo el mundo están comenzando a percibir.
¿En España tenemos una situación que debiera de ser absolutamente favorable para la producción de biogás y biometano?
La desgracia de la guerra en Ucrania ha abierto los ojos sobre la necesidad de la autosuficiencia energética, concepto en el que el gas renovable debe tener un papel crucial. La reacción de la Comisión Europea ha sido también rápida y eficiente, poniendo en marcha el plan REPower Europe, con una serie de propuestas y medidas cuyo objetivo es independizar a nuestro continente de los combustibles fósiles de Rusia antes del 2030 y que pone de manifiesto el potencial de nuestro país a la hora de contribuir y garantizar la seguridad energética, tanto nacional como europea.
Todo va en la misma dirección: la necesidad de descarbonización, la necesidad de autosuficiencia energética, o la necesidad de mejorar todos los eslabones de nuestra cadena de gestión de residuos ganaderos, agroindustriales o urbanos. Todo va en la dirección del biogás y el biometano.
¿Cuál puede ser el motivo por el que el biogás no se haya desarrollado a día de hoy en España?
En España, los proyectos de biogás agroindustrial se han planteado históricamente para tratar de resolver problemas asociados a la gestión de residuos orgánicos, como los purines porcinos o los lodos de depuradora.
En determinadas ocasiones, se ha tratado de dar a estos proyectos más capacidades de las que realmente tienen. La digestión anaeróbica es un proceso eficiente y probado para reducir la carga orgánica de los residuos, olores, patógenos o las emisiones asociadas, y sobre todo generar un biogás con fines energéticos, pero que no es una solución final al problema del residuo ya que no se produce la eliminación de ciertos componentes problemáticos, como pueda ser el nitrógeno o la conductividad excesiva.
Éste puede ser uno de los motivos, ciertamente no el único, que han lastrado hasta la fecha el desarrollo del biogás agroindustrial en España.
Es probable que estemos ante una tercera “oleada” del biogás agroindustrial en España, siendo la primera la que se produjo en los años 80, muy centrada en el tratamiento de purines, y la segunda en los 2000, asociada fundamentalmente a los tecnólogos alemanes que aterrizaron, sin gran éxito, en nuestro país. Este nuevo impulso parece ser que vendrá determinado por el biometano o gas natural renovable, es decir, el biogás refinado hasta tener las mismas características que el gas natural que circula por la red.
El número de plantas de biogás en la UE supera las 20.000, mientras que en nuestro país aún no llegamos a 300, sumando todas, agropecuarias, alimentarias, EDAR, vertederos. Si consideramos las de biometano, Europa acabó 2021 con algo más de 1.000 plantas, de las cuales 365 están en Francia. Cabe destacar que en ese país el ritmo es de unas dos nuevas plantas semanales. En España, a día de hoy, julio 2022, contamos con cinco.
¿Qué potencial de producción tiene nuestro país?
Según los últimos informes publicados por la Comisión Europea, el biogás podría llegar a cubrir, dentro de la demanda actual del mercado de gas en España, el 100% de la demanda doméstica-comercial más casi el 50% de la demanda industrial. No obstante, al igual que ha ocurrido en otros EE.MM., a medida que se desarrolle el sector, seguramente se abran nuevas palancas (nuevas tecnologías, nuevos residuos origen, etc) que hagan aumentar este potencial.
Se habla mucho de la colaboración con la economía circular de este tipo de plantas, ¿Cuál es realmente su aportación?
El biogás lo tiene todo, es economía circular en su máximo grado, es una tecnología renovable en estado de madurez y es una herramienta indispensable para la descarbonización de la sociedad.
Es vital que la implantación de los proyectos de biogás vayan asociados a una solución completa a la gestión del digestato, que será siempre una solución específica de cada emplazamiento. Tenemos que hacer que el digestato pase de ser un problema a una oportunidad.
El digestato, si bien tiene una serie de características comunes, presenta una gran variabilidad derivada de las distintas materias primas de origen que nutren a cada planta.
Es fundamental buscar el equilibrio con el ecosistema agroganadero donde se ubique la planta. Habrá zonas con excedentes de nutrientes y saturación de granjas, y casos donde, aunque parezca que haya una gran producción de residuos, la agricultura local siga importando enormes cantidades de fertilizantes.
En resumen, difícilmente se aplicará la misma solución en los regadíos de Badajoz que en la zona de invernaderos de Almería o en las tierras de pastos del Norte de España.
La Unión Europea está aprobando una serie de medidas asociadas al paquete de economía circular, potenciando la reutilización de nuestros residuos y subproductos en la elaboración de fertilizantes. A su vez, está la orientación general de la nueva PAC, que pretende hacer de la agricultura europea una agricultura más sostenible en temas de secuestro de carbono por los suelos agrícolas, biodiversidad, conservación del suelo o calidad del agua y del aire. Los nuevos fertilizantes producidos a partir de materiales orgánicos o reciclados podrán comercializarse más fácilmente en la Unión Europea, gracias a las normas aprobadas en octubre de 2017 por el pleno de la Eurocámara.
¿Será el 2022 el año del despegue del biogás en España? ¿Y en Extremadura particularmente?
Así lo entendemos en Arram Consultores y de ahí la Alianza Estratégica que hicimos hace ya dos años con Biovic (Grupo Gimeno), para trabajar en el campo de los Gases Renovables partiendo, como base principal, de los residuos de las industrias agroalimentarias. Arram aporta todo su conocimiento y know-how de casi 34 años trabajando para la industria agroalimentaria en toda España, y Biovic la experiencia como tecnólogo de los gases renovables a nivel mundial. Dos empresas ampliamente experimentadas con cuya Alianza persiguen el objetivo de prender la mecha de los gases renovables en la Comunidad de Extremadura y en España.
Todo parece que se alinea con este sector: la transición ecológica, el reto demográfico, la transformación energética, la necesidad de captura de gases de efecto invernadero, los precios del gas o los problemas ambientales asociados al sector primario. Es un año de grandes retos para todos, incluida la Administración, ya que hay mucho trabajo pendiente.
Los precios que tiene el gas natural en los últimos meses hacen que se vea con otros ojos la posibilidad de producir gas renovable nacional sin dependencia del exterior. La industria, el sector doméstico y el sector energético lo necesitan, y el biometano es la única tecnología madura renovable en condiciones de ir penetrando en el mercado aprovechando la infraestructura gasista y la creciente demanda de este gas renovable.
¿Por qué se habla mucho del hidrógeno y poco del biogás?
El hidrógeno es sin lugar a dudas un vector energético que, junto al biogás, también será clave para poder alcanzar el objetivo de total descarbonización del continente europeo en 2050.
Su potencial hace prever una gran aportación en soluciones de suministro y gestión de energías renovables.
El biogás es también una energía renovable imprescindible para llegar a ese objetivo en 2050. No solamente aporta energía verde, como cualquier otra energía renovable, sino que captura las emisiones que generan los millones de toneladas de residuos orgánicos en su descomposición. Por tanto, es además una solución al problema medioambiental. No hay que fabricarlo, como es el caso del hidrógeno, lo fabrican organismos bacterianos sin interrupción, todos los días del año y sus emisiones son, además de un gas de efecto invernadero, nocivas para la atmósfera que respiramos en mayor o menor medida según los tipos de residuos.
El hidrógeno está teniendo una divulgación extraordinaria en los últimos tiempos, y también nos sorprende que el biogás quede mucho más ignorado, cuando es una tecnología más madura y, a día de hoy, más barata.