Compartimos la entrevista a Ángel Carlos Bernáldez Rodríguez, director de la Unidad de Energía de Arram Consultores, publicado en el Anuario de Energía y Medio Ambiente 2024.
2018 fue el año que marcó el comienzo del despegue del autoconsumo, tanto industrial como residencial, con la derogación del denominado “impuesto al sol”, en concreto del Artículo 17. Cargos asociados a los costes del sistema eléctrico del Real Decreto 900/2015, de 9 de octubre, por el que se regulan las condiciones administrativas, técnicas y económicas de las modalidades de suministro de energía eléctrica con autoconsumo y de producción con autoconsumo. Esta aplicación de cargos no suponía una gran penalización a la inversión, pero se convirtió en un impuesto disuasorio. A su vez, la eliminación del impuesto provocó un moderado efecto llamada. A su vez, el Acuerdo de París entra en vigor en 2016, y la presentación del Pacto Verde Europeo en 2019 motivan al sector industrial a invertir en descarbonizarse.
Dado que en ARRAM estamos muy de la mano del cliente industrial, entendíamos que sus temores están fundamentados en varios aspectos:
1. El desconocimiento de este tipo de instalaciones: teniendo en cuenta que cada industria está enfocada a su producto, que tienen una dedicación total a lo “suyo”, cuando reciben la visita de un gran número de comerciales ofreciéndoles cosas tan “extrañas” como arrendamientos financieros, PPAs, paneles poli-mono-bi…, y cada uno de diferente manera o procedimiento, se produce un efecto rechazo por el que recibe esta información, que principalmente suele ser el responsable de producción de la planta.
2. El temor a la ubicación en cubierta, que por muchas garantías que ofreciera la empresa instaladora, eran complicado de convencer.
3. La percepción de que mi vecino “no lo ha hecho aún”. Tras la fase de “desconexión” mental del industrial ante el comercial que habla de cosas que no entiendo, y cuando dice que salva la cubierta con un seguro “infinito”, queda el argumento complicado de vencer de que “en todo el polígono industrial en el que estoy, no hay ninguna instalación…”
Hay que comprender que en el sector industrial, decisiones de este calado no son tomadas en pocas semanas. Conllevan meses de reuniones interdepartamentales hasta que se toma la decisión. Y si bien la motivación de disponer de un precio de energía asegurado para 25 años con generación renovable es una gran motivación (especialmente, como explicaré más adelante, cuando los precios de la energía son altos), la mayor motivación creo que les ha llegado a los clientes por una decisión estratégica que vienen del Presidente o del CEO, y que es la apuesta por ofrecer al mercado un producto sostenible, acorde a los nuevos tiempos donde el cliente empieza a valorar dicha aportación.
Por eso, 2018-2019 eran los años donde se “cocía” en la cocina la inversión en plantas de autoconsumo fotovoltaico en el sector industrial. 2019-2020 podrían ser los años de la fase de permisos y estudios previos a obtener las autorizaciones. Todo listo para en 2020-2021 hacer realidad la instalación.
Y además resulta que en junio 2021 se publican las ayudas al autoconsumo, con porcentajes de hasta el 50% de la inversión. Siempre he pensado que estas ayudas no eran necesarias, que el llamado efecto incentivador ya existía por sí solo en el mercado, y que la toma de decisiones, al menos en el sector industrial, no estaban basadas en una subvención.
El escenario es muy prometedor: venimos de 49MW instalados en 2016, en 2019 se instalan 388MW, en 2020 530MW más, y 2021 898MW con lo que nos situamos en 2.159MW instalados de autoconsumo industrial en total. Un incremento que atrae mucho a empresas promotoras, instaladoras y de servicios que no había años atrás.
Ocurre que en 2020 el Covid cambia el panorama mundial, se reduce la demanda energética y 2021 se resiente en el precio de la energía. El promedio del OMIE pasa de 33,96 €/MWh en 2020 a 112,93 €/MWh en 2021. Y al inicio de 2022 la guerra de Ucrania provoca una crisis energética que también complica los precios a los que la industria compra la energía, llegando a una media de 167,52 €/MWh con máximos de 700 €/MWh.
Ello convierte al autoconsumo en una inversión necesaria para blindarse antes las incertidumbres del mercado energético. Prácticamente se duplica la potencia instalada en 2021, que era de 898 MW en el año, a 1.625 MW en 2022.
Finalmente, 2023 es el primer año desde 2016 en el que se aprecia una deceleración de la potencia instalada respecto al año anterior. La inflación y subida de los tipos provoca que muchas instalaciones incluso planificadas, se congelen para utilizar los recursos en otras actuaciones, por lo que pueda venir. Y los datos de 2024 también reflejarán una caída de la potencia instalada frente a 2023. Esta tendencia responde a la estabilización de un sector que ha presentado un crecimiento muy acelerado, y pasa a una fase de madurez en la que las empresas que dan servicio pasan de “despachar” clientes a buscar clientes, de enviar ofertas “estándar” a hacer ofertas personalizadas, de contratar un llave en mano a precio a contar con una ingeniería de propiedad, de ejecutar con una ingeniería básica a concretar con ingeniería de detalle.
El autoconsumo industrial continúa siendo una opción atractiva por varias razones:
-Reducción de Costos Energéticos: La posibilidad de generar su propia energía permite a las empresas reducir significativamente sus costos operativos.
-Sostenibilidad Ambiental: El autoconsumo contribuye a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, ayudando a las empresas a cumplir con sus objetivos de sostenibilidad. La adopción de energías renovables también mejora la reputación corporativa.
-Independencia Energética: Las empresas que optan por el autoconsumo reducen su dependencia del mercado energético, lo que les proporciona una mayor estabilidad y control sobre sus costes operativos.
-Innovaciones Tecnológicas: El avance en tecnologías como son los sistemas de almacenamiento de energía, están mejorando la eficiencia y la fiabilidad del autoconsumo.
Como muestra, una gráfica donde encontramos una correlación casi perfecta entre la evolución del precio de la energía con la potencia instalada y con el ritmo de crecimiento anual. Fuente: elaboración propia.