Hola de nuevo.
Continuamos con la segunda parte del artículo donde lo dejamos: año 2012 desastroso, moratoria, impuesto al sol, crisis económica y mala percepción social sobre el sector fotovoltaico.
Son muchas las empresas que están sufriendo las consecuencias de este entorno. Pero es en momentos tan críticos donde las compañías con una capacidad de gestión a la altura de las circunstancias son capaces de reinventarse para sobrevivir e incluso prosperar.
En apenas cuatro años, España había aprendido el “arte” del negocio fotovoltaico. Sabemos promover, diseñar, gestionar y financiar una promoción. Y percibimos que eso se valora en el extranjero. Las principales compañías se posicionan rápidamente en LATAM, y otras empresas de menor tamaño también encuentran su espacio en el mercado internacional. Un artículo de 2014, titulado “México, la mina de oro de las empresas españoles con renovables”, es un claro ejemplo
(https://www.eleconomista.es/energia/noticias/5528591/02/14/Mexico-la-mina-de-oro-de-las-empresas-espanolas-con-renovables.html).
En 2015, en el ámbito de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, culmina un hito histórico que marcará el futuro del sector renovable, entre otros. Es la firma del Paris Agreement (Acuerdo de París), el cual establece un marco global de lucha contra el cambio climático y, lo más importante a mi entender, es jurídicamente vinculante para los 197 países que lo firman.
En el ámbito de la Unión Europea, existe el Paquete de Energía y Cambio Climático 2013-2020, el cual en 2014 se revisa dotando de nuevos objetivos de cara al 2030. Entre otros, que el 32% de la energía sea renovable.
Y ya centrados en España, en marzo 2020 el Gobierno envía a la Comisión Europea el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que será aprobado en marzo 2021. En él hay un objetivo de que el 42% de la energía generada sea de origen renovable.
Por tanto, el marco de desarrollo de las renovables ha cambiado completamente: tanto la ONU como la Comisión Europea intervienen para favorecer su desarrollo. Si esto lo conjugamos con una reducción de coste de instalación fotovoltaica del 90% frente al 2008, resulta que las cuentas empiezan a encajar.
En 2018 comienza una nueva explosión de proyectos fotovoltaicos. Las solicitudes de conexión a la red de distribución y transporte se disparan. Los proyectos de potencia superior a 50MW también proliferan, ya no es un inconveniente tramitar en el Ministerio.
El Gobierno tiene que intervenir para aclarar nuevos aspectos regulatorios, y especialmente marcando plazos para asegurar que los proyectos que ocupan puntos de conexión sean realmente viables.
Sin embargo, creo que hay dos hitos trascendentales en esta nueva era dorara de las plantas fotovoltaicas: uno es la convocatoria de los concursos de capacidad de la red de transporte, esperados para abril de 2022, en los que entran a valorarse aspectos de madurez y de impacto socioeconómico del proyecto. El otro hito, próximo a suceder en 2022, es la aprobación de la nueva planificación de la red de transporte, la cual permitirá ampliar la capacidad de conexión de potencia a la red.
Entre el concurso y la planificación, se repartirán los puntos de conexión para los próximos 5 años. Es una gran oportunidad para el desarrollo sostenible del sector, pero hay que hacer las cosas muy bien, hay que analizar los nuevos requisitos y enfoques, y ampliar la mira de los proyectos por encima del alcance técnico para incorporar el aspecto social como uno de los más importantes en el modelo de negocio.
Fuente: Arram Consultores
P.D.: en el transcurso de la redacción de este artículo han sucedido los siguientes hechos: la UE cataloga al gas y a las nucleares como energías sostenibles para la transición ecológica, Rusia ha iniciado la invasión de Ucrania, y la UE estudia medidas para acelerar la implantación de las energías renovables… como siempre, estaremos atentos al impacto de estos sucesos; sin duda será digno de otro artículo para nuestro blog.