A raíz de la pandemia mundial por la COVID-19, ha tomado gran relevancia la necesidad de la ventilación y la calidad del aire que respiramos debido a la transmisión de enfermedades por aerosoles como vía principal de contagio.
Un adulto respira una media ente 18.000 y 20.000 veces al día, lo que equivale a unos 8.000 litros de aire al día. Esto nos hace comprender la importancia vital de alcanzar la mejor calidad posible del aire inhalado.
Por norma general, el aire que respiramos en espacios interiores cerrados está mucho más contaminado que el del exterior, y dista mucho de ser aire limpio, lo que afecta directa y continuamente a nuestra salud. Con una adecuada calidad del aire interior, el riesgo de muerte por contaminación se puede reducir en un 58% ya que se estima que pasamos un 90% de nuestro tiempo dentro de edificios.
La toxicidad del aire depende tanto del tamaño de las partículas (0,01 y 10 micras) como del compuesto de las mismas (óxido de nitrógeno, contaminantes biológicos, etc.…). La mejor manera de evitar la transmisión de las enfermedades y la contaminación, es evitar la generación del contaminante, controlando y eliminando la fuente y controlar el medio de transmisión. En muchas ocasiones, estos focos de contaminación no se pueden eliminar, por lo que solo queda la opción de trabajar en el medio de transmisión de la contaminación.
Por ello, debemos aplicar dos estrategias, la dilución por ventilación (aire de renovación) y la filtración mecánica, tanto del aire interior como del exterior, ya que este puede contener altas concentraciones de contaminantes.
La dilución por ventilación consiste en reducir el nivel de contaminación existentes en un local mediante el aporte de aire limpio, libre de los contaminantes que se pretende controlar, y en cantidad suficiente para que la concentración se mantenga en niveles constantes y aceptables según el objetivo de la ventilación.
Fuentes: Revista “El instalador”
Por otro lado, la filtración mecánica consiste en la colocación de filtros de aire que se ocupan del proceso de purificación del aire, impidiendo que se sobrepasen los niveles de concentración de partículas en el aire que se consideran saludables. Los filtros se clasifican según su nivel de eficacia y su aplicación.
Existen fundamentalmente dos normativas que regulan la calidad del aire interior en los edificios. El Reglamento de Instalaciones en los edificios (RITE) y la sección 3 del Documento Básico de Salubridad del Código Técnico de la Edificación (CTE DB HS3). Uno y otro se aplican en función del uso del edificio.
Dependiendo de donde proceda y hacia donde se dirige, el aire se cataloga de la siguiente forma:
En función de la calidad del aire interior de una zona ocupada, se clasifica en cuatro grupos básicos:
● IDA 1 Calidad de aire interior alta (hospitales, clínicas, laboratorios y guarderías).
● IDA 2 Calidad de aire interior media (oficinas, residencias, las de lectura, museos, las de tribunales, aulas de enseñanza y piscinas).
● IDA 3 Calidad de aire interior moderada (edificios comerciales, cines, teatros, salones de actos, Habitaciones de hoteles, restaurantes, cafeterías, bares de fiestas, gimnasios, locales para el deporte y las de ordenadores).
● IDA 4 Calidad de aire interior baja (no se debe aplicar)
En cuanto a las aplicaciones prácticas, las cuatro categorías de calidad del aire anteriormente enumeradas deben estar cuantificadas mediante uno de los siguientes métodos:
- Método indirecto por caudal de aire exterior por persona.
- Método indirecto por caudal de aire por unidad de superficie.
- Método directo por concentración de CO2.
- Método directo por calidad del aire percibido.
- Método de dilución.
La elección del método será voluntaria, y deberá adaptarse al uso del local y los requisitos existente en función de la ocupación y uso al que esté destinado.
Con respecto al aire exterior, en función del nivel de contaminación lo podemos clasificar en:
- ODA 1: Aire puro que puede contener partículas sólidas de forma temporal.
- ODA 2: Aire con altas concentraciones de partículas y, o de gases contaminantes.
- ODA 3: Aire con muy altas concentraciones de contaminantes gaseosos y, o de partículas.
Atendiendo a las dos clasificaciones anteriores, la clase de filtro a instalar en cada uno de los casos son los siguientes:
No podemos olvidar otro factor muy importantes en esta búsqueda de calidad de aire como es la eficiencia energética. Unos altos niveles de renovación de aire, si no se realiza correctamente, puede llevar a un incremento importante de la energía utilizada en el proceso llegando incluso a no alcanzar el confort térmico necesario.
Desde un punto de vista estrictamente energético, la ventilación como método para la eliminación de contaminantes es muy eficiente en los primeros metros cúbicos introducidos, perdiendo eficiencia rápidamente a partir de 20l/s-persona y, sin embargo, los costes de ventilación siguen aumentando progresivamente.
En la mayoría de los casos, la ventilación mecánica permite obtener los caudales de renovación deseados además de evitar la entrada de ruido y contaminantes del exterior.
En el grafico anterior puede verse que, en igualdad de condiciones, la opción del 50% de ventilación con recirculación de aire equipado con altos niveles de filtración puede generar unos ahorros de entre un 40%-45% respecto a la opción de 100% de ventilación, ya que los costes con esta opción siguen una trayectoria lineal, mientras que la reducción de la contaminación se va estancando.
No siempre la calidad del aire exterior es de mejor calidad que la del aire interior debido a la presencia de contaminantes como pueden ser partículas y agentes biológicos, por lo que es imprescindible que los sistemas dispongan de tratamiento de aire de impulsión para así garantizar una calidad optima independientemente de las condiciones exteriores.
Partiendo de esta base, es necesario encontrar el punto óptimo en cada caso entre la cantidad de aire exterior a introducir necesarios para mantener unos niveles de renovación adecuados y los niveles de filtración necesarios sin olvidar la eficiencia energética del sistema.
Una buena solución, es la instalación de Unidades de Tratamiento de Aire (UTA) con la que podremos conseguir este punto óptimo de calidad del aire sin olvidarnos de la eficiencia del mismo. Las posibles configuraciones de niveles de filtración, regulación de caudal de renovación y recirculación, así como realizar enfriamiento gratuito (free-cooling), hacen que estos sistemas sean la mejor opción para el tratamiento del aire con bajos coste energético.
Los escenarios y condiciones expuestos resaltan la importancia de atender adecuadamente nuestras necesidades básicas de bienestar. En ARRAM Consultores contamos con un equipo multidisciplinar con dilatada experiencia en el sector industrial y terciario, que nos permite diseñar y ejecutar soluciones integrales adaptadas a cada situación.
Nuestra metodología, recursos y experiencia se combinan para llevar a cabo proyectos de manera eficiente. Unimos la ingeniería de procesos con la última tecnología para lograr resultados sobresalientes que satisfagan las necesidades de nuestros clientes.